sábado, 30 de abril de 2011

29 LETRAS


29 letras tiene el abecedario
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2+9 = 11
2011 LA VIDA EN 29 LETRAS
A partir de la próxima semana

miércoles, 27 de abril de 2011

PROTOMARTIRES CIUDADANOS


Ayer, una vez más, tuvimos ocasión de ver un nuevo espectáculo bochornoso, esta vez en el Senado. Pocas son ya las diferencias que separan a una sesión parlamentaria de un reality show, salvo que, en estos últimos, los interfectos se llaman Kevin, Jenny o Tabata y en el Congreso o el Senado se tratan de “señorías” aunque luego saquen la albaceteña a la primera de cambio. Salvo estos pequeños detalles, la bronca es igual de canalla.
Ayer, tan sólo salvo los trapos Javier Rojo, presidente del Senado, hombre tranquilo y buena persona que, pese a todo, harto de tanta sandez de los rinconetes y cortadillos de turno, tuvo que llamar al orden invocando el sentido común y un mínimo de orgullo profesional.
Esta mañana, todavía abochornado, don Javier declaraba en una emisora que, pese a todo, “somos mejores de lo que parecemos”. Puede ser aunque no estoy yo muy seguro a la vista de las pruebas forenses.
Gozamos de una “clase política”, como gustan de decir los propios aludidos, que no progresa adecuadamente y necesita mejorar. De hecho, hoy por hoy, valdría aquello de “quien vale, vale y quien no…” Los motivos son variados y podríamos escribir un tractatus al respecto o, al menos, un sainete por entregas.
Véase, por ejemplo, la complacencia de los distintos “lideres” de los partidos políticos con las astracanadas que protagonizan sus fieles acólitos a diario. De hecho, es como si estos monosabios recurrieran a la bronca y el insulto soez como estrategia para llamar la atención de sus amos y poder así aspirar a alguna comisión, virreinato o cabildo. Parece ser condición irrenunciable la búsqueda del espectáculo desmedido como si de un programilla rosa se tratara.
Véase también la cuidada selección que algunos partidos hacen de sus portavoces, eligiendo a aquellos que ya, desde jóvenes, descollaban por sus habilidades en el retruécano cojitranco y la paráfrasis interminable, aderezado todo ello con miradas de fámulo patizambo perdido en las arcanas troneras del insulto fácil y carnavalero.
Poca solución tiene el entuerto. Se me ocurren algunas alternativas creativas aunque de futuro incierto.
Podríamos conjurarnos, los ciudadanos todos, en el voto en blanco, pero mucho me temo que, al menos, contaríamos con el sufragio efectivo de algún tonto al uso.
Quizás podríamos recurrir al mercado europeo y fichar políticos suecos, alemanes y hasta franceses, como si de personajes balompédicos se tratara. Habría que establecer un ratio racional con el fin de preservar la cantera y, quizás, podría contemplarse la posibilidad de recurrir, in extremis, a algún fichaje de allá por Corea del Norte que, dicen los entendidos, son maestros de la intimidación y el engaño.
Hasta podríamos decretar la creación del carnet por puntos. Otorgaríamos catorce puntos de partida a los lideres, doce a los portavoces, diez a los secretarios, tres a los acólitos y, finalmente, uno a los concejales de urbanismo. Por cada insulto, dos puntos menos. Las falsedades tres puntos y las recalificaciones doce de una tacada. Los “desapuntados” deberían hacer un curso de reafirmación de sus convicciones de dieciocho meses y un día al módico precio de 150,000 napos del ala con derecho a magdalena y café de pota.
No desaconsejaría la posibilidad de hacer una colecta popular para comprar la isla de Perejil y trasladarlos a sus acantilados en amigable camaradería cuartelaría aunque mucho me temo que nuestras relaciones con el trono alauí se verían seriamente afectadas. Aunque, vaya usted a saber, igual se las arreglan para birlar una patera y los tenemos de vuelta en Puerto Banus a la primera de cambio.
En fin, quizás fuéramos nosotros, protomártires ciudadanos, quienes debiéramos exiliarnos más allá de las planicies de Tombuctú, aunque, en un mundo tecnológicamente globalizado, darían con nosotros en tres cuartos de segundo y vuelta a empezar.

jueves, 14 de abril de 2011

CONOCER SIN PENSAR


La Educación no tiene quien la escriba o lo que es lo mismo, está huérfana de campeón como si de una doncella poco agraciada se tratara. Dicen que corren malos tiempos para la Lírica, pero para la Educación, ni tan siquiera corren.
El pasado lunes tuve la oportunidad de dar una conferencia en el Club de la Calidad de Catalunya sobre el valor interno de las empresas en tiempos de crisis que no es otro que sus personas. Entre otras cosas, distinguía entre “ajustes obligados” y “reformas pendientes” haciendo alusión a aquellas medidas que pueden arreglar los desajustes causados por la crisis global y aquellas reformas que están pendientes en un modelo económico insostenible como es el español. Entre estas últimas, consideraba que una reforma total del modelo educativo es la más urgente y vital aunque también señalaba las pocas oportunidades de que se produzca.
La Educación no cotiza en este país, al menos como un valor diferencial. Incluso podría decirse que se ha situado en los mismos niveles de consumo irracional que la sanidad. Los ciudadanos exigen inmediatez y calidad en los servicios sanitarios incluidos en una oferta razonable, pero también aquellos que desbordan los límites de la racionalidad presupuestaria y la solidaridad bien calculada. De la misma forma que abroncan a un médico, enfermera o personal administrativo de una unidad de atención primaria, no tienen ningún empacho en emprenderla a reproches, cuando no insultos o incluso agresiones, con el pobre docente de turno que, como se suele decir, “hace lo que puede”. Hemos socializado el derroche y ahora no sólo pagamos las consecuencias, sino que será difícil retornar a posiciones sostenibles. Ya se sabe, cuando se da a probar al infante percebes de Malpica, vaya usted luego a acostumbrarlo a la pescadilla empanada.
En este país nos quedamos en lo de “conocer” cuando Narváez, el mítico espadón de Loja, se jugaba los gobiernos al tute subastado y no hemos conseguido acercarnos al “pensar” ni por casualidad para gozo, entre otros interesados, de vetustas editoriales “especializadas”. Aprendizaje por resolución de problemas, algo tan corriente como el agua del grifo en Suecia o Finlandia, suena aquí a panfleto maoísta de escaso fundamento científico. Tampoco es de extrañar al ver como los libros de texto de Matemáticas definen como “problema” lo que es simple “ejercicio” o los manuales de Lengua definen como “deducir” lo que es un rotundo proceso inductivo. Sí, si, inductivo, palabra esta que ha desaparecido del vocabulario escolar, probando así el dominio incontestable de las estrategias de aprendizaje por recepción o expositivas.
No se barrunta reforma del sistema educativo en el horizonte. Dicen los entendidos que hay cosas más importantes de donde digo yo de qué coño serán entendidos.
No habrá reforma educativa a corto plazo porque, mire usted, seamos sinceros: no reporta valor inmediato.
No se intuyen deseos de acometer una reforma educativa porque carece de rédito político en un país donde inauguramos aeropuertos sin aviones, presumimos de dos grandes premios de F1 en lugar de uno como todo hijo de vecino, pese al fortunón que suponen y nuestros políticos se niegan a viajar en turista no vaya a ser que les confundan con vendedores de enciclopedias de pasta blanda.
Pero, además, son listos los condenados porque saben que la Educación no da votos. Lo importante no es la calidad ni la finalidad de lo que nuestros hijos puedan aprender en las aulas, sino que la Jesy y el Jonatan vayan al cole por la jero y, además, si son discípulos de Jesús de los primeros días del Fin pues, además, no les pongan alubias en el comedor que se lo tiene prohibido su religión.
Para acometer esta reforma, es necesario sentido común, altura de miras, liderazgo inspirador y ser medianamente inteligente. Así que, como ustedes comprenderán, tenemos todavía para rato con esto del “conocer”.
Pero conocer sin pensar es como hacer el amor sin amor.

miércoles, 6 de abril de 2011

CREATIVE CADBURY

Siempre me han encantado los Cadbury, de hecho, son un peligro...
Quizás el ingenio y la creatividad que tienen sus spots tenga algo que ver.

domingo, 3 de abril de 2011

FELICIDADES: LA INNOVACIÓN HA MUERTO


He comentado en muchas ocasiones que la palabra “innovación” ha sido una victima mediática y populista hasta el punto de perder todo su significado y valor. Cualquiera puede emplear el término para adornar con un halo de modernidad desde una idea más o menos ingeniosa hasta un dislate galdosiano o, simplemente, una ligera mejora, casi imperceptible, de un producto o un proceso. Quienes fuimos fervientes defensores de las virtudes del “espíritu innovador” sufrimos impotentes el asalto de políticos y publicistas oportunistas. Acabamos por resignarnos, pero con el tiempo, hemos descubierto que, como dice el romancero gitano, no hay mal que por bien no venga. La debacle polisémica nos ha ofrecido la oportunidad de reflexionar y descubrir que la innovación es el eslabón de una cadena más compleja que no puede abordarse aisladamente en una organización.
Vivimos tiempos de frontera en los que las ideas reformistas nacidas en el antiguo sistema se confunden con aquellas genuinamente nuevas que anuncian las bases del nuevo sistema. Son tiempos confusos, pero del aparente caos surge el orden. Hasta ahora, las propuestas reformistas surgidas en los últimos años del siglo pasado nos hablaban de un nuevo mundo de relaciones económicas basadas en un antropocentrismo liberador. El valor del capital intangible parecía irrumpir imparable. De hecho, el movimiento del “espíritu innovador” surgió al amparo de las nuevas tendencias de humanismo económico que sucedieron a la breve etapa del maquinismo tecnológico. El Conocimiento y su gestión, el Talento y la Creatividad comenzaron a cobrar posiciones de ventaja en las nuevas propuestas, pero, por desgracia, justo el último eslabón de la cadena, la consecuencia de todo ello, la innovación, acabo por imponerse como el milagroso ungüento del Doctor Mabuse que todo lo puede curar, hasta el milenario fatalismo decadente de la sociedad española.
Hoy en día, gracias a los dioses y, sobre todo, a la crisis global en general y al fin de fiesta español en particular, la innovación comienza a ceder terreno en los tabloides, inauguraciones megalíticas de los politicastros y spots publicitarios del tres al cuarto. Es un hecho: “esa innovación” agoniza. Pero también es una bendición. Podemos y, de hecho lo estamos haciendo, comenzar a reflexionar de nuevo sobre el futuro inmediato y lejano. Podemos descubrir que no se trata de encumbrar una idea, sino un complejo sistema de ideas que, llevadas a la acción, nos asegure crecimiento y progreso.
Un sistema que inevitablemente debe comenzar por una propuesta invariable: EMPRENDIMIENTO, PERSONAS EMPRENDEDORAS, SOCIEDAD EMPRENDEDORA.
Este es el nuevo eje en el que nos estamos centrando cientos de personas en distintos lugares del mundo. Creemos que es el camino acertado y que deberá iniciarse con una profunda reforma de los sistemas educativos que deberá venir acompañada de acciones a corto y medio plazo sobre las personas de las organizaciones. Una estructura que articulándose en torno al punto de partida del emprendimiento, potencie la capacidad de las organizaciones para crear conocimiento a partir del talento de sus personas y lo convierta en procesos de generación de valor, tanto material como emocional.
Pero nuevas alarmas se están disparando en este país. Los políticos han descubierto la palabra que no los significados y propuestas de acción que la acompañan. Los líderes y suboficiales chusqueros del bipartidismo comienzan a utilizar la palabra en sus arengas y actos. Recemos todos porque la historia no se repita de nuevo.
Pero, de momento, tenemos algo por lo que felicitarnos: la innovación, su innovación, ha muerto. Descanse en paz.

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