lunes, 6 de diciembre de 2010

LA TRAMPA ESCOCESA


El desencadenamiento de las turbulencias financieras en 2007 hizo que muchas personas se preguntaran porque nadie había previsto lo que podía ocurrir. Este razonamiento no era del todo justo ya que hubo muchas voces que anunciaron el inicio de lo que posteriormente se ha convertido en la Gran Recesión. En septiembre de 2006 con motivo de una reunión del Fondo Monetario Internacional (FMI), Nouriel Roubini anunció con rotundidad la inminente llegada de una grave crisis. Meses antes, Martin Wolf describió con todo lujo de detalles los factores que acabarían desencadenando la recesión, así como la sucesión de acontecimientos que estaban a punto de ocurrir. Muchos otros economistas alzaron sus voces sin que apenas encontraran eco en un contexto de optimismo irreal, alimentado por un puñado de truhanes que comenzaban a caer en la cuenta de que habían llegado demasiado lejos en sus aspiraciones. Lo que sigue ya es historia.
El pasado viernes, regresaba en mi coche de Oviedo bajo una copiosa nevada cuando escuche por la radio que los controladores aéreos abandonaban en masa sus puestos bajo el pretexto de súbitas e inesperadas situaciones de stress. Lo que sigue es bien conocido para desgracia de cientos de miles de personas que confiaban en disfrutar de un paréntesis en medio de tantas malas noticias.
Desde la perspectiva personal de mis intereses profesionales en la gestión del cambio en cualquiera de sus manifestaciones, la conclusión era simple: qué fácil resulta generar cambios drásticos al amparo de los intereses personales y qué difícil resulta aunar voluntades para perseguir cambios en pos del bien común.
Ciertamente es una reflexión insultantemente simplista, pero es la que explica la que podríamos denominar “trampa escocesa” o, dicho de otra manera: como Adam Smith no consiguió encontrar sentido al bien común en el marco de una naciente ciencia económica.
La Economía, pese a quien a pese, jamás podrá llegar a ser una ciencia medianamente exacta y, todo ello, por la simple razón de que estudia una de las actividades humanas por excelencia: la supervivencia. Hablar del hombre ya supone implícitamente adentrarse en el mundo de lo imprevisible, pero si añadimos el factor “supervivencia” a la ecuación, el movimiento de vuelve errático e incontrolado. Smith era perfectamente consciente de ellos y, finalmente, la aceptación de este fatalismo, unido a la visión providencialista de un hombre profundamente religioso, acabó por encontrar una solución de compromiso en la famosa Mano Invisible. Estas dos palabras, mano e invisible, han sido el arma de choque para predicar las bondades de la libertad humana, basada en la búsqueda del bien personal y, no lo duden, la Mano Invisible es la auténtica causa genérica de esta situación que vivimos y de otras que sucederán en el futuro.
La Mano Invisible acabará aportando providencialmente un nuevo equilibrio, puestos de trabajo, reactivación financiera y, en definitiva, prosperidad. Esa extraña palabra tan increíblemente polisémica como aquella otra expresión de “calidad de vida”. Pero, no se engañen, en realidad será el bien individual quien restablecerá la situación porque un poco de caos aporta beneficio, pero la imperfección indefinida resulta apenas rentable.
Winston Churchill sentenció al concluir la Batalla de Inglaterra: “Nunca tantos debieron tanto a tan pocos”. Entre el viernes y el sábado, nunca tan pocos provocaron la desdicha de tantos. Pero, siempre contaremos con la Mano Invisible.

8 comentarios:

Fernando López dijo...

Hola José Luis:

Ahora comprendo por qué estamos ciegos. En realidad lo que pasa es que no vemos la mano invisible.
Un abrazo

Caminante dijo...

Hola Fernando
Fina ironia...
Efectivamente, esa es la razón de nuestra ceguera, je-je

Katy dijo...

Hola José Luis, la mano invisible que citas no funcionará si no le echamos "una mano" valga la redundancia. Lo de hacer cosas por el bien común hoy por hoy lo hacen muy pocos y todo es cuestión de recuparar esta solidaridad y sacrificio ausente en la sociedad nuestra. Solidaridad sí, en grandes catátrofes y ¿No es la crisis una catástrofe en si?
Un abrazo

Josep Julián dijo...

Hola JLMON:
Acertado análisis. Lo de la Mano Invisible se vuelve una coña cuando al fijarse bien, en lugar de ser invisible nos percatamos de que se trata de la Mano Negra.
Pero sí, nunca tan pocos jorobaron a tantos.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

La verdad es que toda esta historia de los controladores oculta muchas manos invisibles e intereses de todo tipo. Pero mientras no tenga que volar, todo estará bien (como dice un proverbio turco 'que viva cien años la serpiente que no me muerde') Felicidades por la entrada, está muy bien escrita.

Caminante dijo...

Hola Kathy
Me ncanta esa gota de sentido común que siempre aportas con tus comentarios. Gracias!!

Caminante dijo...

Sí Josep
Más bien Mano Negra y Renegra aunque ya sabes que había quien afirmaba que era una fabulación, je-je
Cuidate

Caminante dijo...

HOla Hombrerrante
Gracias por la visita, el comentario y el delicioso dicho turco...
Cuidate

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