domingo, 4 de julio de 2010

PIEDRA, PAPEL, TIJERA


REMAKE DE UN POST PUBLICADO HACE YA DOS AÑOS PERO QUE MANTIENE SU ACTUALIDAD:

Hagamos una pregunta: ¿cuál es la actividad económica menos innovadora por naturaleza?
La respuesta es sencilla: la banca.
En estos momentos, el ciudadano normal, sin demasiados conocimientos de esa oscura ciencia que es la Economía, se pregunta cómo puede ser posible que los bancos hayan cerrado de forma total el grifo crediticio. Más aún, algunos hacen peligrar su tensión cuando tratan de explicarse cómo se permite que estos bancos utilicen el dinero de los planes de ayuda gubernamentales para sufragar su deuda en lugar de dirigirlo a la reactivación del crédito.
La explicación es sencilla para quien conoce medianamente la situación de la banca española y se llama 800. 000 millones de euros que es el monto aproximado de la deuda que esta tiene contraída con entidades financieras extranjeras, fundamentalmente francesas y alemanas. Una deuda cuyo pago se exige por quienes tienen urgencia de liquidez inmediata y que no hay posibilidad de renegociar en ningún rincón del mundo.
Pero, ¿cómo puede ser posible?, se pregunta este ciudadano medio que ha visto crecer su hipoteca en los últimos años al ritmo de las ganancias desenfrenadas de la banca y ahora se encuentra que no le prestan ni para un paquete de pipas.
La respuesta es también sencilla a poco que se estudien las cifras. De cada cien euros que un españolito pedía prestada a su banco o caja de ahorros, tan sólo el 60% procedía de sus recursos o lo que es lo mismo, del dinero de sus clientes, incluido el pedigüeño. El otro 40% procedía de créditos interbancarios o de la emisión de deuda. La alegría crediticia que nos ha inundado en los últimos años ha ido acumulando una deuda cada vez mayor y de la que ahora se exige su pago. Hace un año, un alto directivo de la principal caja de ahorros del Estado me comentaba que la cosa se pondría más que seria a partir del 2009, año en que comenzaban a vencer los plazos de pago de esa deuda. En su momento, no le presté demasiada atención, pero estoy recordando frecuentemente esa conversación en los últimos días. Sobre todo, cuando oigo a alguien templado como el ministro Solbes abandonarse al fatalismo y anunciar la llegada de algo excepcional.
La Banca es un negocio como otro cualquiera o eso al menos es lo que le dicen a uno cuando protesta. Estamos para ganar dinero, no para hacer obras de caridad. Esto lo he oído en multitud de ocasiones y es tan cierto como que después de la lluvia los pájaros cantan y las nubes se levantan. Pero su negocio tiene una particularidad que reside en su papel de motores de crecimiento y prosperidad. A cambio, los ciudadanos permiten y asumen los resultados anuales que presenta el sector en un año normal. Pero todo ello, tiene una contrapartida no formal, pero si moral: mostrar una mayor preocupación que el resto de las empresas por la Responsabilidad Social. Y de esto no se libran ni las cajas de ahorros recurriendo a su obra social. En otras palabras y como diría mi tía abuela: hay que estar a las duras y a las maduras.
Y en estos momentos, es muy fácil replegarse a posiciones seguras retirando la generosidad crediticia y pasando a sustituirla por regalos y prebendas a cambio de la domiciliación de la nomina.
No, no estamos nada contentos con ustedes señores banqueros. Demuestran no haber avanzado demasiado desde los tiempos de las ferias de Medina y la letra de cambio.
No nos hablen de innovación porque eso es algo que ustedes ni entienden ni se atreven. No confundan los términos. Ustedes practican eficacia en términos de costes. No confundan un buen chorizo de Salamanca con la mortadela del bocadillo del colegio de Juanito. Cierto es que la morosidad les acecha y va a suponer una losa difícil de sobrellevar si se cumplen las previsiones que la cifran en más de 130. 000 millones de euros para finales del presente año. No se confunden cuando afirman que muchos de los créditos que se demandan actualmente están dirigidos a tapar agujeros más que a proyectos emprendedores. Y más cierto es aún que sus colegas europeos no les van a dilatar ni un día el pago de la deuda contraída.
Pero, como les decía, hay que estar a las duras y a las maduras. La morosidad proviene en su mayor parte del ladrillo y de la dislocada ambición que ustedes demostraron, no tan cercana al delito como las subprime, pero ambiciosa al fin y al cabo. Las peticiones de ayuda provienen de quienes les hicieron ganar un buen dinero que quizás no han sabido administrar de forma tan inteligente como se nos ha pretendido hacer creer. Y sus colegas, como bien lo dice el término, son jugadores de su misma liga.
Están en este mundo para ganar dinero. Esto nadie lo duda y es un propósito respetable y sincero. En realidad, no han hecho otra cosa en los últimos quince años. Pero hay una cosa que se llama estilo, algo a lo que los consejeros recurren con cierta frecuencia cuando deben tratar con advenedizos del tres al cuarto.
Tan sólo queda recordar un viejo dicho: si yo me hundo, tú te hundes conmigo.

1 comentario:

Javier Rodríguez Albuquerque dijo...

Hola Jose Luis:
Ellos hacen las reglas de juego, ¿no? Pues eso: "la banca siempre gana. Hagan juego señores".
Un abrazo.

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...