martes, 16 de febrero de 2010

FUTUROS POSIBLES


Me preguntaban ayer sobre la diferencia entre “prospectiva” y “estrategia”, palabros ambos de moda en estos tiempos de muda y desasosiego.
El término prospectiva deriva del latino prospicere que significa mirar adelante, ver a lo lejos. Es decir, la prospectiva se adentra en ese peculiar mundo que es el futuro. Simplificando, diríamos que la prospectiva se encarga de responder a la pregunta ¿qué puede ocurrir? Pero responder a esta pregunta no sirve de mucho sino formulamos a continuación la pregunta ¿qué puedo hacer?. Al responder a esta cuestión, nos adentramos en el mundo de la estrategia, es decir descubrir qué hacer cuando no se sabe qué hacer. En definitiva, la prospectiva nos permite construir un “futuro posible”, pero debemos incorporar la estrategia que establezca las acciones que lo hagan posible. Ya tenemos Prospectiva Estratégica: Promover el cambio a partir del análisis de las fuerzas que pueden impulsarlo, construyendo un escenario de futuro deseable y posible, así como las acciones estratégicas que permitan materializarlo.
Pero no acaban aquí las preguntas porque debemos formular y dar respuesta a dos últimas cuestiones esenciales: ¿qué vamos a hacer?, ¿cómo vamos a hacerlo?
Todo esto, nos indica que el futuro no es algo improbable, al menos en todo lo que ocurra como consecuencia de los actos humanos. El futuro no es predecible o probable, pero sí es posible. Si admitiéramos los dos primeros términos, condenaríamos al hombre al ostracismo y la contemplación mística del devenir, pero al hacerlo posible, afirmamos el voluntarismo y la posibilidad de construir algo mejor o, al menos, no tan malo.
Cuando inicio un trabajo de Prospectiva Estratégica con un cliente, siempre comienzo por la misma pregunta a las personas de la organización que van a trabajar en el proyecto: ¿cuál creen que es el futuro de esta organización? Más allá de pesimismos y optimismos mal informados, en la mayor parte de los casos, las respuestas construyen escenarios basados en factores exógenos. Es como si la empresa fuera una marioneta al albur de lo que ocurra o se decida en los entornos periféricos a la misma. En otras palabras, la mayoría de las personas manejan futuros probables.
Mi primera tarea siempre consiste en convencerles de que siempre hay futuros posibles. Más tarde llegarán cosas como la innovación, la mejora o el emprendimiento.

1 comentario:

Josep Julián dijo...

Hola JLMON:
La lectura de la diferencia entre posible y probable me ha evocado el mismo tipo de preguntas que hace Eugenio Moliní en sus grandes proyectos de gestión del cambio. Claro que pocos descubren que tras esas preguntas hay una componente de gelstat sistémico, aunque ni falta que les hace saberlo.
Un abrazo.

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