domingo, 15 de noviembre de 2009

¡POBRE ESCUELA!


El presidente de la Generalitat, José Montilla inauguraba ayer el colegio Les Parellades en San Pere de Ribes. Durante el acto, pronunció el discurso de rigor en el que pidió a “educadores y maestros que se comprometan a trabajar para que los niños de hoy, que serán ciudadanos adultos mañana, aprendan, ya desde la escuela, a través del ejercicio de una serie de valores, a ser responsables de sus actos, a actuar honestamente y a ganarse el respeto siendo respetuosos”.
Valiente Montilla, como representante de la clase política, al defender la honestidad y el respeto en los tiempos que corren en partidos, gobiernos y ayuntamientos. Pero no es este el caso.
Lo realmente curioso es que sigamos insistiendo en la necesidad de inculcar valores en la escuela. Valores de todo tipo, tantos como desgracias ocurren en esta vida. ¿Hay un alto índice de siniestralidad en las carreteras? Es necesaria la educación vial en la escuela. ¿Hay deforestación acelerada? Es necesario celebrar la fiesta del árbol. ¿Hay malos tratos? La solución está en la escuela. Y no continuo porque podría llevarme una semana la letanía.
¿Pero quién se acuerda de los sueños de miles de educadores?
Alguien diría, ¡ah! ¿Pero tienen sueños?
Muchos, pero fundamentalmente uno: una renovación integral y seria de la visión que tenemos de la Educación. Una Educación que se caracterice por su visión integral, no solamente basada en la adquisición de información, sino también en el desarrollo de capacidades y competencias que permitan transformarla en conocimiento. Una Educación con una amplia base “práctica”, volcada en el desarrollo de la Inteligencia Estratégica. Una Educación que, de una vez por todas, consiga demostrar a niños y jóvenes que lo que se enseña en la escuela no solamente es verdadero y cierto, sino también ÚTIL.
Hasta entonces, dejen de ahogar a la escuela en obligaciones morales y festejos conmemorativos. Porque, por si no lo saben, nuestro cerebro se mueve primariamente por emociones, me gusta, no me gusta. Y, de momento, a nuestros niños y jóvenes no les gusta lo que ven en las aulas.
Michael Porter señaló hace tiempo siete indicadores que harían a una nación competitiva:
1. Los estándares educativos son altos
2. La enseñanza es una profesión prestigiosa y valorada
3. La mayoría de los estudiantes reciben formación con cierto grado de sentido práctico
4. Hay formas alternativas y respetadas, de educación superior al margen de la Universidad
5. Hay un vínculo estrecho entre las instituciones educativas y los empleadores
6. Las empresas hacen grandes inversiones en la educación permanente a través de las asociaciones e individualmente
7. La política migratoria facilita la llegada de trabajadores cualificados en tareas específicas
Déjense de monsergas y discurso fácil señores de la dudosa clase política y aplíquense el cuento. Además, si quieren hacernos felices, déjense de regalarnos euros por hijo o cosas por el estilo y póngase a la tarea en serio. Todo lo demás, es demagogia y populismo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

La educación no vende tanto como el "donativo" de los 420 euros.
Juan

Anónimo dijo...

Porter no estaba pensando en España, eso está muy claro. Creo que esa frase tuya es simplemente memorable: el conocimiento académico además de cierto debe ser útil. Personalmente creo que ahí está el quid del problema.
Joaquim

Anónimo dijo...

EStupendo!!

Fran Rojo dijo...

y yo que me conformaba con que ahora la gente saliera de la escuela como decía un gran maestro que tuve de lengua "sabiendo leer y escribir".

Suscribo el segundo comentario 100%

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