domingo, 1 de noviembre de 2009

BYE - BYE AIRLINES


La innovación es el motor de la economía y quien piense lo contrario debería revisar sus fundamentos en esta materia y, de paso, visitar al oculista. Quizás hay quienes se aferren a la vieja idea de que es el capital y no otra cosa lo que constituye el alma de toda actividad económica. Pero, el capital no sirve de nada sin oportunidades de inversión y estas, al menos las exponencialmente duraderas, sólo las asegura el cambio. Incluso el consumo ostentoso está limitado como forma de dar salida a la fortuna. Y si no que se lo pregunten a Thorstein Veblen. Te puedes poner morado a caviar beluga, pero tiene un límite si no quieres morir.
La innovación construye escenarios de negocio caracterizados por tres grandes fases de desarrollo: creación y colonización, madurez y saturación y declive. No se trata de ninguna teoría ingeniosa, sino de simple observancia de la realidad pasada y presente. Los escenarios se suceden aunque quienes asistimos a las defunciones y los partos apenas caigamos en la cuenta por falta de perspectiva y una curiosa percepción de ruptura total que otorgamos a todo fenómeno de cambio y revolución.
No tenemos más que observar un escenario concreto que se encuentra en fase de desaparición: la aviación comercial. El sector cerró su fase de madurez con una característica innovación de nicho protagonizada por las low cost, oportunismo más que calidad de innovación. Pero, superada esa fase, el sector se encamina a su definitiva desaparición. La actual crisis no es culpable de nada, simplemente ha sido la última de las campanadas que llaman al enterramiento. Pero, contra lo que se pueda suponer, la desaparición de un escenario, no supone la desaparición del modelo base que lo impulsó, en este caso la aviación y los aviones como medio de transporte por ser más prosaico. Es algo similar al escenario de la telefonía móvil, a punto de desaparecer, pero con la ventaja de que la innovación disruptiva que debe dar lugar a su sucesor ya está aquí en forma de IPhone.
La actual crisis pasará, pero los márgenes del sector aéreo no se recuperarán. La gente se ha acostumbrado a precios bajos y servicios básicos y no admitirá recuperación de tarifas. Las empresas, después del drástico corte de los viajes business, volverán a reducir las videoconferencias a favor del trato directo, pero no retornarán al nivel de gasto anterior. Y no debemos olvidar que el negocio de las plazas business ha supuesto tradicionalmente un refuerzo en la cuenta de resultados anual. Quizás la business transoceánica se recuperé progresivamente, pero mantener esa clase en los vuelos domésticos, es un acto de harakiri empresarial. Entre otras cosas, porque ni va a estar socialmente bien visto, ni nadie va a tragar con una diferencia de doscientos euros en algún caso por un trayecto de apenas una hora, aderezado con un periódico, un zumosol y un bollo revenido.
Las nuevas tecnologías de la comunicación, el desarrollo de las líneas de alta velocidad ferroviaria, el incremento de los carburantes, la limitación de emisiones y otras muchas cosas más, hacen insostenible un negocio que está llamado a desaparecer. Invertir más dinero en provisionar lo inevitable, contratar a magos del marketing u ofrecer una cara más humana, son pésimas inversiones. Si usted que lee esto, es un alto directivo de alguna de las compañías de bandera española, hágame caso, contrate a un experto en prospectiva estratégica que le ayude a migrar al nuevo escenario que está surgiendo. Un escenario donde los aviones continuarán surcando el cielo, pero donde nada volverá a ser igual, ni el zumosol y el bollo revenido.

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