domingo, 6 de septiembre de 2009

NI ORINAL


La pasada semana, un periodista me formulaba la pregunta del millón: “en momentos de crisis como la actual, ¿qué es mejor, un gobierno de izquierdas o de derechas?
La pregunta tiene para mí una respuesta evidente: “en momentos de crisis, no se necesitan gobiernos ideologizados, sino eficaces”. No se trata de preguntar ¿a quién quieres más a mama o a papa? Es cuestión de estrategia y liderazgo, algo que, desgraciadamente, no abunda en nuestra clase política.
El actual gobierno, no lo hace ni bien, ni mal, simplemente especula. Un buen número de ministros, no sólo se guían por el corto plazo, sino que demuestran una adicción cada vez mayor por tomar medidas que les conduzcan a los titulares del día en los distintos medios. Pero no es nada nuevo, a la vista de quien los dirige.
Hasta ahora el balance resulta desolador: grandes inyecciones de fondos públicos con más que dudosa eficacia en términos estratégicos. Pero no podía ser de otra manera, cuando las tácticas son rutinarias de quienes se sienten acorralados entre la lógica operativa y el pragmatismo del poder. De quienes pudiéramos esperar coherencia, apenas si hay noticias. En un verano en el que la ministra Salgado debiera haber tomado protagonismo, el autismo del superministro Blanco se ha impuesto una vez más.
Lanzada la nueva inspiración táctica en torno a los impuestos, ahora nos encontramos, una vez más, con la dura coherencia de la pura realidad. Después del derecho universal al cheque bebé que otorga por igual 2.500 euros a una renta baja que a la hija del potentado, después de los míticos y populistas cuatrocientos euros, atacar al IRPF es una aventura propia de Roberto Alcázar sin Pedrín. El impuesto sobre el patrimonio es intocable por una cuestión de plazos más que otra cosa, pese a su absurda supresión en un sistema fiscal más bajo que el de su entorno. Tan sólo queda un camino que no es otro que las rentas del capital. Pero todo ello con prevenciones. Sufrirán quienes tienen dinero, pero tampoco en abundancia. Las SICAV quedan fuera del juego, su tributación del 1% en el impuesto de sociedades es justa y equitativa a ojos de la izquierda. No cabreemos a lo poco decente que nos queda, no sea que hagan maletas y se vayan a las Indias Occidentales. Así las cosas, la sufrida clase media, tirando a media alta, alta se va a ver en la obligación de ahorrar, consumir y pagar. Todo al mismo tiempo como si de un saltimbanqui se tratara. Y todo ello, para recaudar un exiguo tributo que poco o nada va a sanear la libreta de ahorros del gobierno.
Mal vienen dadas. No sólo vamos a decir adiós con lagrimas a nuestros vecinos que se alejan en el tren de la progresiva normalización, sino que también vamos a tener que enfrentarnos a la última ocurrencia faraónica del morador de Moncloa, la Ley de Economía Sostenible, rimbombante título que viene a sustituir a una demanda ya conocida de ONU en términos de revolución verde, Global Green New Deal, pero ya se sabe que esto de lo green suena a cachondeo. La cosa no está clara, pero y ¿qué ha estado claro y meridiano hasta ahora? Lo poco que tenemos es una declaración, ya caduca, del señor Presidente el pasado 12 de mayo en el debate del estado de la nación: “Aspiramos a renovar un modelo económico que ha de ser sostenible en tres dimensiones clave(…), económica, social y medioambientalmente.”
De momento, la solución final tendrá un fondo de 20.000 millones (la mitad debe provenir de la iniciativa privada) para “ayudas” a la reconversión del ladrillo. Un fondo de 5.000 millones reemplazará al Plan de Empleo Local. Hasta aquí las noticias desde el Limbo de la Moncloa. En cualquier caso, el ministro Sebastián advierte hoy en una entrevista a El Correo: “Lo que el Gobierno no puede hacer es dirigir la economía”. Es decir, en las panaderías, aunque el nombre indique lo contrario, no se vende pan, sino tornillos y lijas del catorce. Advertidos quedamos.
La camarada Pajín dijo no hace mucho que su ventaja radicaba en no contar ni con dios, trono ni bandera. Pues bien, a este paso no vamos a quedar hasta sin orinal que, puestos a ello, es un objeto tecnológico considerablemente sostenible.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Como siempre, directo, incisivo e ingenioso.
Gracias por alegrarnos el panorama.
Joaquim

Anónimo dijo...

El monográfico que el País dedica hoy al morador de Moncloa y su pandilla de iluminados, da testimonio de hasta donde alcanza el hastio del personal.
Juan

echar un remiendu dijo...

Vaya puñado de verdades!!! Eficacia es lo que falta en este país sí señor.

Cada día despierto pensando que muchas de las cosas son un mal sueño, como que es domingo y no que estoy en el paro... pero no... enciendo la tele y oigo a nuestro querido presidente decir: "No concreto las medidas porque las quiero dialogar con los que quieran apoyar las medidas" y entonces sólo quiero volver a dormirme!!!!

saludos!

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