lunes, 29 de diciembre de 2008

SERENDIPITY


Hay palabras que atraen por su sonoridad, sus ecos o los arcanos que remueven en nuestra memoria. Serendipity es una de ellas aunque cuando se castellaniza pierde todo su encanto y parece acogerse a las páginas de un interminable manual de psicología: serendipia.
El término anglosajón fue acuñado en 1754 por el arquitecto y escritor Walpole que la extrajo de un antiguo cuento persa, Los tres príncipes de Serendip, que narraba como estos tres gobernantes de la isla Serendip solucionaban todos sus problemas a partir de grandes casualidades.
En la actualidad serendipity es un término que define a todo descubrimiento científico que se lleve a cabo de forma casual. Y ejemplos no faltan desde Arquímedes y su principio hasta la actualidad pasando por Fleming.
La serendipia es algo consustancial a la creatividad y la innovación, pero no por ello hay que suponer que todo es cuestión de azar o casualidad en la gestión del cambio. La actitud de avanzar superando los modelos estables desfasados ya supone un voluntarismo activo en busca de lo desconocido, pero que se tiene la certeza de que existe.
¿Existe la suerte?
Algunos dirían que más bien existe la probabilidad. En cualquier caso, yo prefiero continuar manteniendo un halo romántico y hablar de suerte. Pero la suerte, al igual que la vida, hay que construirla o buscarla, como se prefiera. Jenner no hubiera descubierto su vacuna de la viruela si no hubiera mostrado interés por una frase que escucho en sus años de estudio en Soadbury.
Mal que nos pese, la innovación tiene un componente esencial de azar y necesidad.

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