lunes, 29 de septiembre de 2008

LA INTELIGENCIA DE LAS EMPRESAS


Ya he comentado en muchas ocasiones que la Innovación es tan vieja como la Prehistoria. De hecho fue una innovación la que permitió avanzar hacia la Historia sostenida por fuentes documentales escritas.
Pero si hemos de datar el uso moderno del término, tenemos que hablar de Shumpeter y Karl Marx, aunque este último tenía unas ideas muy curiosas sobre el concepto, pese a que gran parte de su arquitectura conceptual descansaba en la dialéctica hegeliana que encaja perfectamente con el ciclo modelo estable – creatividad – innovación- modelo estable
Después de ellos, la literatura sobre el tema no tiene fin y resulta cada vez más confusa y controvertida.
Quizás sea esta una de las razones por las que el principal problema para el despliegue efectivo de la Innovación es la identificación del concepto con acciones concretas por parte del empresario.
La Innovación es aplicable a cualquier ámbito de actividad por lo que limitarla a la actividad económica ya es de por sí un error reduccionista. Si dentro de la actividad económica remitimos la innovación al campo tecnológico, el error toma dimensiones cósmicas. Y si finalmente pensamos que solo las grandes empresas o corporaciones están llamadas a ser protagonistas de la Innovación, el error pasa a ser un sacrilegio contra la condición humana.
La Innovación es un acto humano y, en consecuencia, inteligente, pese a que últimamente haya que hacer grandes esfuerzos por continuar con esta creencia. Pero si hablamos de Inteligencia en las empresas, la premisa es la misma que si habláramos de las personas: todas las empresas nacen con la misma capacidad de inteligencia.
¿Por qué entonces unas logran desarrollar esas capacidades en habilidades reales y cotidianas, mientras que otras simplemente se dejan llevar por la corriente?
¡Ah! Es una cuestión interesante ya que entramos en el campo de las teorías. En concreto, podemos mostrarnos innatistas o ambientalistas.
Mañana continuaremos…

domingo, 28 de septiembre de 2008

VIAJE AL FINAL DE LA NOCHE


Toda revolución implica una transformación radical y profunda del pasado inmediato. Estas transformaciones pueden producirse en uno o varios ámbitos de forma simultánea: económico, político, social, cultural, tecnológico, etc. Cuando la transformación radical con respecto al estado anterior no se produce, hablamos de crisis.

Esta precisión es importante porque estamos utilizando un término adecuado para tipificar la situación económica por la que atravesamos a nivel mundial. Es una crisis en tanto en cuanto no tiene suficiente entidad para producir una transformación total y radical, ni tan siquiera en el ámbito económico general o financiero en particular. Pero sí es cierto que no es una crisis cualquiera. Probablemente sea una de las últimas por las que pase un sistema que nos guste o no se encuentra a punto de desaparecer definitivamente. Hablo, por supuesto, del liberalismo en cualquiera de sus formas y que no debe confundirse, como a menudo ocurre, con el capitalismo.

Los más optimistas, aunque no lo parezca, tienden a buscar puentes entre esta crisis y otras que se sucedieron en el pasado con el deseo inconsciente de asegurarse un retorno a la normalidad a medio plazo. Curiosamente, el Crack de 1929 presenta paralelismos en los ámbitos inmobiliario y financiero que algunos se empeñan en explotar. Pero, ni la burbuja inmobiliaria de Florida, ni la especulación bursátil tienen mayor equivalencia que el descontrol y la avaricia como factores últimos.

No nos encontramos al final de un ciclo, ni tan siquiera de una época. Estamos presenciando el relevo de un modelo estable, uno de los más estables y todopoderosos de los últimos siglos. Un modelo que, como todos los anteriores, ha producido grandes avances y progresos en todos los ámbitos, pero también ha provocado violencia y desigualdad como no podía ser de otra manera. Para que algo ascienda, algo tiene que bajar.

¿Cuál fue el momento de inflexión? Es difícil de contestar a esta pregunta en estos momentos. Quizás en el siglo XXII puedan hacerlo con suficiente perspectiva histórica. Pero indudablemente hay algo que nadie nos podrá negar. Hemos sido, somos y seremos los espectadores y protagonistas de este Cambio.

Es más que probable que dejemos de hablar de máquinas porque la tecnología llegará a un punto de fusión natural con el hombre.

Nuestra relación con el dolor y la muerte no desaparecerá, pero cambiará de una forma inimaginable, arrastrando a los paradigmas éticos y religiosos.

Con toda certeza, Estados Unidos está cerrando su historia como imperio. Pero tan descabellado es pensar que caminamos hacia la multipolaridad, como identificar a China con el nuevo imperio emergente.

Nuestro modelo de relación con el Planeta se verá transformado radicalmente de forma voluntaria o condicionada.

África dejará de ser un problema insuperable de una forma u otra porque están a punto de producirse cambios radicales en su papel y situación.

El ámbito financiero no desaparecerá porque es algo tan consustancial a la actividad humana como respirar, pero nada volverá a ser igual a como lo conocimos, al menos en sus centros de decisión, formas y maneras.

El ámbito político vivirá la multipolaridad lógica a todo vacío de poder reconocido como el que se está produciendo, pero un nuevo modelo acabará por imponerse. Tan sólo es cuestión de tiempo que surja una nueva camada de líderes que puedan y sepan afrontar el reto. Como en todo momento de agonía de un modelo estable, la clase política no está a la altura de las circunstancias. Necesitamos algo más que un mediático Obama o una prima dona como Sharkozy. Pero en el país de los ciegos el tuerto reina.

Demasiadas transformaciones para que hablemos de revolución y menos aún de crisis. Es el fin de un mundo que surgió tímidamente en las últimas décadas del siglo XVIII. Un modelo que parecía no tener nada que ver con todo lo anterior. Pero ha resultado que, como toda realización humana, nació, ha vivido y agoniza.

Queda mucho por hacer, prácticamente todo. Un nuevo modelo se está conformado y lo estamos haciendo nosotros, los mismos que estamos firmando el acta de defunción de un mundo que nos vio nacer y nos educó en sus principios y creencias. Es duro, muy duro, pero de una forma u otra saldremos adelante porque, en lo más profundo de nuestra naturaleza humana, hay tres componentes inalterables:

MIEDO

CURIOSIDAD

OSADÍA

El miedo a lo desconocido, la curiosidad por el futuro y la osadía que impulsa nuestra creatividad, emprendimiento, innovación y, en definitiva, PROGRESO.

viernes, 26 de septiembre de 2008

MEJOR HUEVO QUE HAMBURGUESA


No es que se me hayan acabado las ideas, pero algunos me han sugerido que es un buen momento para recuperar un viejo post, así que...

Los futuribles de la organización son aquellas cosas que traen de cabeza a todos y cada uno de sus miembros. Para los más visibles se traduce en continuidad, prestigio y poder. Para los que han medrado, pero aun desean más, equivale a cuentas de resultados aseguradas y superadas, equipos eficaces y eficientes. Para los curritos suponen mayor seguridad, virgencita que me quede como estaba.

Todos ellos, en mayor o menor medida, aspiran a percibir el futuro como una hamburguesa. Y es que las hamburguesas pueden ser elaboradas a la carta en su grosor y diámetro. Cuando caen en la plancha, salvo una leve contracción, conservan sus formas de forma inalterable, incluso las confirman con rotundidad.

Pero el futuro lejos de parecerse a una hamburguesa, se asemeja a un huevo. El huevo que encierra en su cascara una clara y yema indomables. Una clara y yema que al caer en la sartén se expanden en todas direcciones de forma impredecible.

Y es que los planes estratégicos son útiles para conocerse, calcular fuerzas y, sobre todo, construir sueños a los que aspirar. Pero convertirlos en las santas escrituras de la organización es tan inútil como dar ordenes al futuro.

El futuro jamás será una hamburguesa, para nuestra fortuna es un indómito huevo que necesita que inventemos espumaderas para reconducirlos en la sartén del futuro.


Y es que, como decía Ortega y también mi abuela: la Vida son nuestros actos. En esto reside la gracia de la Innovación.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

MENOS PLATON Y MÁS ACCIÓN


Sinceramente,en este país nos pasamos el tiempo hablando, disertando, conferenciando, elucubrando sobre la Innovación y apenas unos minutos innovando.
Ciertamente, es importante apuntar bien antes de disparar, pero aquí nos pasamos la vida discutiendo sobre las ventajas de apuntar con un cañón o con una cerbatana.
No es cierto que creamos en la Innovación. Tan sólo acudimos a los templos de la Tecnología.
Los programas y ayudas a la Innovación son como un traje de Armani, viste mucho pero no te queda para calcetines.
Quizás Unamuno exclamará aquello de que inventen ellos cansado del panorama.
Sí, quizás tenga un mal día.

martes, 23 de septiembre de 2008

QUÍ LO SÁ


El mundo ha cambiado y nosotros debemos cambiar con él

Esta es la lapidaria sentencia con la que Jeanmarie McFadden anunció ayer el fin de Morgan Stanley & Goldman Sachs como banca de inversión y su voluntad de reconvertirse al negocio comercial.

Que el mundo ha cambiado no es un gran descubrimiento, de hecho lo hace todos los días, a cada segundo. Es lo que llamamos progreso, evolución, innovación o revolución, según quién utilice el término y el sentido con que lo haga.

Stanley Morgan no ha decidido cambiar y menos aun innovar – se de la misma forma que un consultor en paro desde hace dos años decide probar en el sector de la hostelería como camarero. Es la actitud del apaga fuegos, cambia por obligación, ni tan siquiera por necesidad y menos aun por convicción. Pero cuando organizaciones de la dimensión de Lehman Brothers, AIG o la propia Morgan Stanley se ven obligadas a reconvertirse o incluso desaparecer, es evidente que un cambio, un Gran Cambio ha llegado.

El Gran Cambio tampoco es nada nuevo, venía anunciándose desde hace casi dos décadas. No hemos sido capaces de asimilarlo progresivamente porque así es como ocurren estas cosas. De hecho, no conseguimos percibir el fenómeno por nuestra falta de perspectiva histórica, pero estamos empezando a subir la ola, después de dos décadas de descenso al seno de la anterior. Tan sólo faltaba el crack financiero porque este es el cuore del modelo a cambiar. Un modelo que nació hace ya siglos de forma incipiente en la Vieja Europa, fue conceptualizado definitivamente en las frías tierras de Escocia, evolucionó de forma natural como el resto de las especies, trato de imponerse como solución universal en todo el planeta dejando un reguero de miseria y violencia y erróneamente pensó en su carácter eterno tras la caída del Muro.

¿Cómo será el nuevo modelo?

Quí lo sá que diría mi viejo amigo Gio. Es el futuro y ya está aquí aunque no seamos capaces de percibirlo.

Podemos expresar deseos y sueños. Podemos desear que sea un modelo más humano, más inteligente y más justo. Pero, en cualquier caso, también será un modelo plagado de sinvergüenzas, oportunistas y corruptos. Si no fuera así, no sería humano con toda la bondad y maldad que esta afirmación encierra.

Pero los deseos y los sueños están íntimamente ligados a la fortuna y esta, además de buscarla, hay que construirla.

Buenos días y buena suerte.

sábado, 20 de septiembre de 2008

CARTA A LA ILUSTRISIMA MINISTRA DEL FOMENTO, DOÑA MAGDALENA ALVAREZ ARZA


Ilustrísima Señora Magdalena Álvarez

Como usted supongo sabe, nuestro cerebro se mueve fundamentalmente por emociones. En otras palabras, decide si algo debe almacenarse en la memoria a largo o corto plazo en base a algo tan pueril como me gusta, no me gusta. Esto puede explicar, entre otras muchas cosas, que cuando nos presentan a alguien, recordaremos su nombre treinta días después o lo olvidaremos en el plazo de diez segundos.

Dicho esto, debo confesarle que mi cerebro se decidió por una tercera opción en lo que a su Ilustrísima se refiere. Ni me gusta, ni no me gusta se dijo el puñetero, sino simplemente exclamo ¡pluff! que no quiere decir otras cosa que me resulta indiferente.

Aclarado este punto que puede resultar controvertido, me va a permitir su Ilustrísima una licencia, no urbanística por supuesto, en torno a su persona:

UNO, DOS Y TRES

Y supongo que su Ilustrísima entenderá muy bien lo que quiero decir aunque lo haya hecho sin palmas y cajita.

Dicen las leyendas rurales que existen ciertamente personajes gafes. Yo no daba mucho crédito a estas historias, pero debo reconocer que su gestión me está empezando a hacer dudar de mis creencias. Y es que esta crisis de fe por la que atravieso viene provocada por el historial errores, fracasos, maledicencias y otras jerigonzas que su Ilustrísima parece acumular en los últimos tiempos. Ciertamente la cartera de Fomento siempre ha sido una pera en dulce envenenada, pero su mandato está haciendo demarrar a este ministerio en la carrera por el maillot amarillo de las no conformidades.

La Tormenta Perfecta con la que su Ilustrísima se inauguró en diciembre del 2004 no era precisamente un buen preludio. Pero mi fe inquebrantable la superó sin apenas dudas. Luego llegaron las chapucillas de Air Madrid y el espectáculo bananero del Prat para acabar con la berlangada del AVE. Entre una cosa y otra, no se ha ganado su Ilustrísima muchos adictos en estas tierras, hasta el punto de que mi loro ya comenzaba a llamarla Godoy, no le digo más. Pero, cuando parecía que por fin su Ilustrísima iba a ser capaz de demostrar su valía y talento, este verano canalla nos deja la catástrofe de Barajas.

No, ciertamente, no le acompaña la fortuna. Quizás sea cierta la leyenda rural. Y es posible que mi fe ya no aguante un minuto más las tentaciones multimedia que le asaltan. Pero en esta ocasión debo reconocer que el espectáculo ha sido simplemente bochornoso. Y no solamente por los errores de bulto o la frivolidad que se ha demostrado en los preliminares de una investigación terriblemente sensible a muchas familias, sino porque tal cúmulo de acontecimientos han acabado por pervertir un proceso en el que muchas familias confiaban.

Pero, en cualquier caso, su Ilustrísima habrá de reconocer que no puede aspirar a premio alguno de Gestor del Año. Quizás esto poco le importe, a mi no me quitaría el sueño. Pero lo realmente grave, aquello que hace tambalear mi fe, es su poca o nula habilidad como político o política, he de confesarle que no soy amigo del vascos y vascas, en todo caso vascas y vascos por aquello de la hidalguía y la buena educación.

Sinceramente, creo que nos debe, no una explicación, sino un aprendizaje e interiorización de competencias de comunicación y un máster de mano izquierda en situaciones complejas y emocionalmente comprometidas.

El puesto que ocupa su Ilustrísima no solamente es de servicio público retribuido, sino también de alta responsabilidad civil y ética. En pocas palabras, la legitimidad de su cargo, de sus acciones, de sus entrecortadas palabras y de sus continuas disculpas se deben al aseguramiento de una sola cosa: GOBERNANZA.

No quiero aburrirle a su Ilustrísima con el recuerdo de las connotaciones de un término que a buen seguro conoce y se esfuerza por aprender, pero el día que nos demuestre su maestranza andaluza en esto de la gobernanza, tenga la seguridad de que ni los habitantes de Els Països Catalans dudarán un instante en hacerle hija predilecta de la Moreneta.

Hasta entonces quedo a su disposición en todo aquello que su Ilustrísima disponga.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

SI PIENSAS


Hoy mi tiempo es escaso, pero sí al menos alguna breve reflexión...
El Imperio nunca deja de asombrarnos con su doble moral puritana.
En el país de Friedman y sus Chicago Boys hasta la Reserva Federal comete sacrilegios.
No hay duda de que el modelo estable del neoliberalismo está tocando a su fin y ante la perspectiva de una innovación (revolución diría yo) profunda, conviene recordar una máxima confuciana:

SI PIENSAS DE CARA A UN AÑO
PLANTA SEMILLAS
SI PIENSAS DE CARA A DIEZ AÑOS
PLANTA UN ARBOL
SI PIENSAS DE CARA A CIEN AÑOS
EDUCA A LA GENTE

Buena suerte

martes, 16 de septiembre de 2008

Mr. FULD Y LA REINVENCIÓN DE WALL STREET


Esta mañana, camino de Madrid, leía entre nubes el titular de un diario económico: Wall Street se reinventará tras la debacle de Lehman.

Personalmente creo que el titular más adecuado hubiera sido:

WALL STREET SE REINVENTARÁ UNA VEZ MÁS TRAS LA DEBACLE DE LEHMAN& MERRIL LYNCH

El matiz se encuentra en las palabras una vez más. Y es que Wall Street tiene un largo y dilatado historial de reinvenciones, tantas como crisis financieras de entidad.

Pero existe otro matiz importante, cuando no vital: reinventar no significa innovar. Y es que la innovación, entre otras cosas, tiene que resultar útil, producir progreso y, en términos vulgares, contribuir de una forma de otra al bien común.

Bajo este presupuesto, es evidente que quienes habitan y se suceden en Wall Street nunca pertenecerán a un Club de Innovación de Gentes de Bien.

Pero en el fondo, creo que poco les importa mucho este pequeño detalle. Y si no que se lo digan a Mr. Richard Fuld, flamante consejero delegado de Lehman Brothers. Un genio de las finanzas que acumuló posiciones en préstamos que no pudo sindicar. Pero pelillos a la mar porque Mr. Fuld se encuentra en estos momentos tomándose un on the rocks en el Club Financiero y comentándole a su colega Mr. Thain aquello de que me quiten lo bailaoo. Y es que el bueno de Mr. Fuld tendrá una prejubilación de oro gracias a los bonos que cada 31 de Diciembre cobraba religiosamente. Por poner sólo un ejemplo, el pasado ejercicio 2007 sin ser particularmente glorioso le permito a Mr. Fuld embolsarse un bono final de 227 millones de euros, sí, han leído bien, 227 milloncejos para gastar en Turrón de Wisconsin y Cava de Dakota del Sur.

Ciertamente, Wall Street se reinventará en breve plazo, pero no tengamos demasiadas esperanzas de que semejante acto genere una innovación en el ámbito financiero. Y la razón es sencilla: abstenerse de pensar en el bien común.

Por cierto, el tal Mr. Fuld debiera cambiarse el apellido por uno mucho más apropiado: MR. FULL.

Imagen VonPavel Kaplun

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